lunes, 22 de noviembre de 2010
Vida y Muerte
Rezo por todos, por los fieles y por los infieles difuntos. Que Dios le de luz y paz a sus almas.
Hace frìo, desde el interior de la casa y detràs de una puerta de cristal que me niega diariamente la palabra libertad observo con la mirada lejana en el pensamiento los trenes y la montaña, siento la tempestad espiàndome como sombra escondida y el viento me transporta como arcilla fina hacia el horizonte.
La lluvia no ha cesado de caer acompañada del viento que agita fuertemente todo lo que encuentra a su paso. Siento una extraña sensaciòn de diluvio corriendo como rio revuelto con pescadores al acecho ,algo palpita dentro de mi y no es precisamente el corazòn.
No tengo dudas, el momento màgico se acerca, es sòlo questiòn de cerrar los ojos y la ficciòn llega como enamorado puntual a su cita. La fàbula comienza a verse, a sentirse;le pido permiso y me deja transcribirla en las pàginas ocultas del libro de la sensibilidad humana.
Todo ocurriò tan veloz como el pestañear de unos ojos tristes .Me visitan mis seres màs queridos, aquellos que el viento diseminò en el infinito un dìa conviertièndolos en ausencia parcial de una temporada como las estaciones del año.Llegaron en el tren de la vida, aquel que parte y retorna hacia y desde lugares predestinados desde la creaciòn del hombre.Un ir y venir constante de pasajeros de rostros desconocidos en otros vagones indicaban que llegarìan a tiempo a festejar junto a los presentes terrenales el dìa de la fiesta de difuntos.
Encontrè a mis padres en la estaciòn màs cercana, me arrullaron dulcemente y la niñez desplegò sus alas de muñequitas de colores, mis amigos me abrazaron y sentì el calor de la hierba verde de un mediodìa de sol replandeciente, la lluvia cesò y el viento soñò.
Cerrè los ojos fuertemente porque sabìa que al abrirlos ya no estarìan, pero una làgrima truhana abriò una pequeña brecha en mis pupilas y el tren partiò nuevamente sin escala hacia ese lugar llamado destino paraiso.
El andèn estaba vacìo, solamente mi imaginaciòn y yo, no hubo despedidas.
La muerte es vida porque creo en la resurrecciòn.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario